La Trampa del Rendimiento: Actuar para los Demás en Lugar de para Ti Mismo
- Dr. Manuel Blasini

- 27 ago
- 6 Min. de lectura
Actualizado: 6 oct
Vivimos en una era donde el rendimiento no se trata solo de hacer, sino de ser visto haciendo. Ya sea en el trabajo, en las redes sociales o incluso en nuestras relaciones personales, es fácil caer en lo que yo llamo la trampa del rendimiento: actuar para obtener el reconocimiento de los demás en lugar de hacerlo para nosotros mismos.
La trampa del rendimiento se ve impecable desde afuera. Recibes aplausos, “likes”, reconocimientos, incluso ascensos. Pero por dentro, algo no encaja. Esto sucede porque cuando actúas buscando validación externa, a menudo estás desconectado de tu propósito y de tus valores. Sin esa alineación, el rendimiento se vuelve insostenible: te drena en lugar de impulsarte.
La Trampa del Rendimiento
¿Qué es la Trampa del Rendimiento?
La trampa del rendimiento es un ciclo en el que las personas se sienten obligadas a actuar de cierta manera para obtener la aprobación de los demás. Esto puede llevar a un estado de agotamiento emocional y físico. Cuando te enfocas en lo que piensan los demás, pierdes de vista lo que realmente importa: tu propio bienestar y autenticidad.
Consecuencias de la Trampa del Rendimiento
Cuando actúas para otros en lugar de para ti mismo, quedas expuesto a:
Burnout: La Organización Mundial de la Salud clasifica el burnout como un fenómeno ocupacional ligado al estrés crónico. Gran parte de ese estrés proviene de la desalineación: gastar energía en tareas o roles que no corresponden con tus valores.
Pérdida de Identidad: Un estudio en el Journal of Personality (2016) halló que quienes actúan de manera incongruente con sus valores centrales experimentan mayor conflicto interno y menor satisfacción con la vida.
Éxito Vacío: El reconocimiento puede sentirse bien en el momento, pero es fugaz. Sin alineación con los valores, ese sentimiento no dura.
Por qué la Motivación es un Mito
No creo en la motivación, al menos no en la forma en que la mayoría de la gente la entiende. La motivación se trata como una chispa que necesitas antes de poder moverte. Pero si te quedas esperando a que llegue la motivación, te vas a quedar esperando para siempre. Lo que realmente importa es disciplina y alineación.
Cuando tus acciones están enraizadas en tus valores y en tu propósito, no necesitas “sentirte motivado”. Actúas porque la acción misma es una expresión de quién eres.
La Data lo Respalda
Un estudio de 2019 encontró que las personas que establecen metas conectadas a sus valores personales experimentan mayor bienestar y menos estrés, no porque se sintieran motivadas cada día, sino porque sus acciones eran consistentes con quiénes querían ser.
Datos de Gallup (2021) muestran que las personas que ven conexión entre su trabajo diario y un sentido más profundo de significado están más comprometidas y son más resilientes, independientemente de cómo se sientan ese día.
En otras palabras, no se trata de perseguir la motivación, se trata de crear alineación.
Actuar con Propósito
El opuesto a la trampa del rendimiento es lo que llamo rendimiento alineado al propósito. No significa que te levantas cada mañana lleno de energía. No significa que “encuentras motivación”. Significa que te presentas, disciplinado, intencional, claro, porque tus acciones están atadas a algo más profundo que tu estado de ánimo.
Cuando vives y actúas desde el propósito, tus acciones se convierten en expresiones de tus valores. No necesitas perseguir una chispa; el acto mismo lleva el significado.
Distinciones Clave
El propósito crea dirección, no euforia. La motivación se trata de sentimientos. El propósito se trata de claridad. La data muestra que tener claridad de propósito ayuda a tomar mejores decisiones bajo presión. Un estudio en el Journal of Positive Psychology (2018) encontró que las personas con un claro sentido de propósito mostraron mayor capacidad de amortiguar el estrés durante crisis, en comparación con quienes perseguían recompensas externas.
El propósito sostiene la energía cuando el ánimo desaparece. Piensa en un maratonista. No sigue corriendo en el kilómetro 35 porque “se siente motivado”, sigue porque se entrenó, se disciplinó y alineó sus acciones con una meta que importa. Lo mismo ocurre en la vida y el trabajo: lo que sostiene la resiliencia no es la inspiración, es la alineación.
El propósito construye resiliencia a través de los valores. Un meta-análisis en el Journal of Counseling Psychology (2019) encontró que las personas que viven en congruencia con sus valores reportan mayor satisfacción con la vida, menos síntomas depresivos y mayor persistencia ante obstáculos. No es que sus retos desaparezcan, es que están anclados.
El propósito convierte el rendimiento en realización. Una encuesta en Harvard Business Review (2020) reveló que los empleados que ven conexión entre su trabajo y sus valores son 11 veces más propensos a reportar satisfacción laboral. Esto no se trata de perseguir motivación, sino de alineación. Incluso en temporadas difíciles, experimentan coherencia, lo que los psicólogos llaman bienestar eudaimónico, la forma más profunda de felicidad que proviene de vivir auténticamente.
Un Ejemplo Simple
Uno de mis clientes, fundador de una empresa familiar, me dijo una vez:
“Cuando actuaba por los aplausos de mi familia y mi comunidad, estaba exhausto. Cada decisión era sobre cómo sería percibida. Pero cuando cambié a actuar desde mi propósito—construir una compañía que sobreviviera más allá de mí y sirviera a mis empleados—ya no necesitaba sentirme motivado. Simplemente hacía el trabajo, porque el trabajo era el propósito.”
Ese es el giro: del rendimiento como espectáculo para los demás al rendimiento como práctica para ti mismo.
La Clave
El rendimiento alineado al propósito no es glamuroso. Es constante. Es presentarte aunque nadie aplauda. Es tomar la decisión difícil porque honra tus valores. Es entrar a una reunión no para impresionar, sino para contribuir con sentido.
Y paradójicamente, cuando dejas de actuar para los demás y comienzas a actuar desde tu propósito, el reconocimiento llega de todos modos, solo que esta vez no te posee.
Rompiendo la Trampa
Salir de la trampa del rendimiento no es cuestión de apretar un botón. Se trata de cambiar de actuar por reconocimiento a actuar desde la alineación—una y otra vez. Piénsalo como una práctica, no una decisión única. Aquí cómo empezar:
1. Haz un Inventario de tus Valores
La claridad es el antídoto a la confusión. Escribe tus tres valores no negociables. Luego observa tu desempeño diario y pregúntate:
¿Cuáles de mis acciones actuales se alinean con estos valores?
¿Dónde los estoy comprometiendo o traicionando para obtener aprobación?
Investigaciones en el Journal of Counseling Psychology muestran que las personas que actúan conscientemente en alineación con sus valores reportan mayor bienestar psicológico y resiliencia.
Paso Práctico: Mantén tus tres valores en una nota visible. Antes de tomar una decisión, detente y pregúntate: ¿Esto honra mis valores o lo hago por aplausos?
2. Redefine el Éxito
Si tu definición de éxito son los aplausos, siempre estarás persiguiéndolos. Redefínelo en términos de alineación. En lugar de preguntarte ¿Les gustó?, pregúntate:
¿Actué en alineación con mi propósito?
¿Esto reflejó quién quiero ser?
Datos de Gallup (2021) muestran que quienes definen el éxito con base en significado interno, no reconocimiento externo, están más comprometidos y menos propensos al burnout.
Paso Práctico: Termina tu día con una reflexión rápida: ¿Qué hice hoy que honró mi propósito? Escríbelo. Entrena tu mente a buscar alineación, no aprobación.
3. Crea Rituales, No Excusas
La motivación es un mito. Lo que sostiene es la disciplina. El truco no es esperar hasta “tener ganas”. Es construir rituales que hagan automática la alineación.
Una fundadora que acompaño comienza cada lunes con 15 minutos de escritura—no sobre metas, sino sobre valores. Eso le ancla la semana.
Otro cliente, antes de cada reunión, se pregunta: ¿Qué valor quiero expresar aquí—claridad, empatía, valentía?
Paso Práctico: Elige un ritual breve (menos de 5 minutos) que ate tu día a tus valores.
4. Practica Eco-Leadership
El eco-liderazgo trata de sostenerte no solo a ti, sino también a tu gente y tu sistema. No es un espectáculo; es crear crecimiento regenerativo, no extractivo. Pregúntate:
¿Este rendimiento me sostiene o me drena?
¿Sostiene a otros o los explota?
Investigaciones sobre liderazgo sostenible muestran que líderes que toman decisiones con alineación humana y ecológica a largo plazo generan más confianza, innovación y rendimiento en equipo.
Paso Práctico: Antes de decir que “sí” a un compromiso, pásalo por este filtro: ¿Crea crecimiento sin explotación?
5. Revisa tu “Por Qué” en Tiempo Real
Esta es la práctica más simple y poderosa: antes de aceptar, antes de publicar, antes de subirte al escenario—pausa y pregúntate:
¿Lo hago para ser visto? ¿O lo hago porque refleja mis valores y propósito?
Esa pausa puede romper el ciclo del rendimiento inconsciente.
Reflexión Final
Romper la trampa del rendimiento no es abandonar la excelencia, es redefinirla. La excelencia no es el aplauso fuerte; es la alineación silenciosa entre quién eres, lo que valoras y cómo actúas.
Cuanto más lo practicas, más natural se vuelve. Con el tiempo, el rendimiento deja de ser una trampa y se convierte en un canal, una forma de expresar quién eres en tu esencia.
Porque la verdad es esta: el rendimiento más poderoso no es para ellos. Es para ti.







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