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¿Qué puede aprender el que lidera de la residencia de Bad Bunny en el Choli?

  • Foto del escritor: Dr. Manuel Blasini
    Dr. Manuel Blasini
  • 16 jul
  • 6 Min. de lectura

Hace unos días me detuve frente a una imagen poderosa: Bad Bunny, solo en el escenario del Choliseo, el día antes de comenzar una de las noches más significativas de su carrera. No por la escenografía ni la producción visual impresionante, sino por lo que esa imagen representaba internamente: alguien completamente presente, sostenido por años de intención, sacrificio y claridad. En un artículo anterior-Lo que los Líderes Empresariales Pueden Aprender de la Estrategia de Negocio de Bad Bunny- hablé de lo que los líderes pueden aprender de su autenticidad y rebeldía estratégica. Hoy quiero ir más profundo. Quiero hablar del corazón invisible del rendimiento. De lo que nadie ve cuando él sube al escenario, pero sin lo cual nada sería posible.


  • ¿Cómo se prepara un artista como Bad Bunny, una figura global, para no perderse en medio del ruido?

  • ¿Qué lo mantiene enfocado, conectado, genuino?

  • ¿Y qué podemos aprender quienes lideramos, creamos o sostenemos algo en nuestras propias tarimas?


Este no es solo un análisis de performance. Es una invitación a mirar hacia adentro, como lo ha hecho él.

Porque lo que sostiene un show como ese… también sostiene una vida bien vivida.


Nada de esto fue casualidad: lo que no vimos antes del Choliseo


Muchos celebran a Bad Bunny por lo que ven hoy: su residencia histórica en el Coliseo de Puerto Rico, el primer artista en abrir la temporada de espectáculos de residencia con una serie exclusiva de conciertos. Pero lo que casi nadie ve, y lo que más se subestima, es todo lo que tuvo que pasar antes para que ese momento fuera posible.

Según datos de Setlist.fm, Bad Bunny ha ofrecido más de 370 conciertos entre 2017 y 2024. Eso implica miles de horas de preparación, giras globales, escenarios de todos los tamaños, y una acumulación deliberada de experiencia escénica, emocional y creativa. Cada noche en Colombia, cada set en España, cada presentación en premios internacionales… era entrenamiento. Era parte del proceso invisible que lo preparaba mental, física y energéticamente para sostener lo que hoy está logrando en su propia tierra', en su residencia No Me Quiero Ir De Aquí. 


En la psicología del rendimiento, sabemos que el performance real empieza mucho antes del momento de ejecución. Como dice el psicólogo Michael Gervais: "No te elevas al nivel de la ocasión. Caerás al nivel de tu entrenamiento." Y el entrenamiento de Bad Bunny no ha sido casual. Ha sido consistente, enfocado y progresivo.

El error que cometemos como espectadores (y que también cometen muchos líderes y dueños de negocio) es pensar que el rendimiento se trata solo del momento visible. Pero lo más determinante es lo invisible: la estructura mental, las prácticas internas, la resistencia emocional que se cultiva durante años. Si Benito no hubiese recorrido ese camino con disciplina, propósito y enfoque, probablemente no estaría aquí abriendo una residencia que, simbólicamente, también abre una nueva era para la cultura puertorriqueña.


Preparación mental: lo que no se ve también se entrena


En la icónica entrevista "73 Questions" de Vogue, Bad Bunny aparece en su rutina pre-show. Está tranquilo. Come algo ligero, hace ejercicio y parece emocionalmente estable a minutos de entrar a escena. Cuando le preguntan si está nervioso, apenas se encoge de hombros. "Estoy bien." Esa calma no es desinterés: es enfoque. Es autorregulación emocional.


Muchos confunden alta energía con ansiedad, y calma con pasividad. Pero quienes trabajamos en psicología del rendimiento sabemos que los mejores performers no necesariamente suben con adrenalina al máximo. Suben presentes. Aterrizados. Conscientes. Bad Bunny ha encontrado su fórmula: mover el cuerpo, controlar el entorno, minimizar interferencias internas y externas.


Y lo más importante: ha aprendido a filtrar expectativas no para aislarse, sino para no desconectarse de su propósito. En vez de enfocarse en lo que se espera de él, elige conectarse con lo que quiere expresar. En otra entrevista con Los40, reflexionando sobre la magnitud de sus conciertos, Bad Bunny admite algo poderoso: “Prefiero no pensar en las cifras ni en el peso de todo. Porque entonces empiezo a pensar: ‘¿Debería estar orgulloso? ¿Debería estar nervioso? ¿Debería actuar como si esto fuera totalmente normal para mí?’”

Esta frase encierra una práctica mental clave: el arte de enfoque deliberado. De no dejar que la narrativa externa secuestre tu experiencia interna. En mi trabajo con fundadores y líderes, este es uno de los bloqueos más comunes: operar desde la mirada ajena, el deber ser, el ego colectivo. Benito elige otra cosa. No se disocia de lo que siente, pero tampoco se ahoga en lo que se espera.


El resultado es presencia. Y la presencia, en alta presión, es oro mental. Eso es lo que lo mantiene auténtico, regulado y creativo incluso bajo presión. La confianza proviene de estar conectado con tu propósito, no con su rendimiento. Benito no se presenta para complacer, sino para compartir algo genuino. Esa diferencia no solo se siente; se sostiene.

¿Qué puede aprender un líder, dueño de negocio o fundador aquí? Que la verdadera preparación no empieza en el escenario, sino mucho antes: en la mente, en los hábitos, en la intención. Sostener una residencia histórica como la de Bad Bunny no es cuestión de suerte, es el resultado de una arquitectura mental y emocional cultivada con constancia. Y esa misma lógica aplica para cualquier líder que quiera sostener su impacto sin traicionar su integridad.


Autenticidad como estrategia de energía


Cuando en la entrevista de Vogue le preguntan si Bad Bunny es un personaje, él responde: “Bad Bunny es yo. No interpreto a alguien. Simplemente soy.”

Y en esa respuesta hay más que identidad artística: hay estrategia energética. Liderar desde un personaje desgasta. Actuar para cumplir expectativas fragmenta. Pero liderar desde el centro, desde lo que eres, libera energía sostenida. Muchos líderes y fundadores están agotados no por la cantidad de trabajo, sino por la cantidad de máscaras que cargan, por sostener una versión idealizada de sí mismos que ya no les representa.

Bad Bunny entendió algo que en psicología del rendimiento trabajamos constantemente: el rendimiento sostenido no se logra desde la exigencia constante, sino desde la coherencia. Desde ser quien ya eres —sin maquillaje interno. Su mayor acto de performance no es el show, es la congruencia con la que habita su espacio.. Actuar para cumplir expectativas fragmenta. Pero liderar desde el centro, desde lo que eres, libera energía. Muchos líderes están agotados no por la cantidad de trabajo, sino por la cantidad de máscaras que cargan. Bad Bunny lo entendió: su mayor acto de rendimiento no es su show, es su autenticidad.


Recuperación estratégica, aunque nadie la vea


Aunque duerme poco —lo admite con naturalidad— su rutina es altamente estratégica: movimiento temprano, conexión consigo mismo, y un control selectivo de lo que consume emocionalmente. No se expone más de lo necesario. No entrega más de lo que cuida primero.


En psicología del rendimiento, esto es gestión energética avanzada: saber cuándo empujar y cuándo soltar. Diseñar tu sistema no solo para avanzar, sino también para regenerar. Bad Bunny no espera al agotamiento para frenar. Se anticipa. Su cuidado no es reactivo, es proactivo.


Como diría Michael Gervais, “La recuperación no es el opuesto del rendimiento. Es una parte esencial del mismo.” Y eso es algo que muchos líderes y fundadores aún no han integrado. Descansan cuando colapsan, no cuando su cuerpo lo pide. Benito muestra otro camino: integrar la recuperación como parte de la rutina, no como una excepción.

Esto no es autoindulgencia, es conciencia de sistema. Benito sabe que su mente, su cuerpo y su energía son el instrumento. Y lo protege. Porque si él se cae, todo se cae con él.


Lo que una residencia en el Choliseo le puede enseñar a cualquier líder


En uno de los episodios del podcast Echando Pa'Lante llamado Dentro de la Mente de un Fundador de Alto Rendimiento”, hablé de una mentalidad que no se enfoca solo en hacer más, sino en sostener mejor. Bad Bunny encarna esa mentalidad desde otro lenguaje. No el del PowerPoint ni el pitch, sino el del cuerpo, el ritmo, la energía que se siente antes de que empiece la música. Su presencia sobre la tarima es un masterclass de liderazgo encarnado.


Lo que vemos hoy —una residencia histórica, un fenómeno cultural— es solo la parte visible. Lo importante está en cómo lo ha sostenido: hábitos, mentalidad, sistema de protección energética, claridad de propósito y regulación emocional. Todo lo que en el mundo empresarial llamamos soft skills, pero que en realidad son core skills para cualquier líder que quiera sostener su impacto sin traicionar su integridad.


Bad Bunny no llegó al Choliseo por accidente. Lo hizo porque ha practicado algo que todo líder y fundador necesita: consistencia interna. Ha aprendido a diseñar rutinas que lo regulan, no solo lo preparan. A cultivar autenticidad para no agotarse emocionalmente. A filtrar el ruido externo para proteger su claridad. Y a hacer del descanso un sistema, no una excepción.


Y eso, en un mundo que premia la prisa y el exceso, es una declaración radical. Porque lo que está en juego no es solo lo que haces, sino desde dónde lo haces. Y Bad Bunny, queriéndolo o no, nos está recordando algo esencial:

El escenario no miente. Y tu energía se siente antes de que abras la boca.

 
 
 

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